Hoy quiero contarles una historia de supervivencia y sabiduría adquirida a través de la naturaleza en un valle recóndito del pirineo catalán: la de las trementinaires.
Durante los siglos XIX y XX, las mujeres del valle de la Vansa y Tuixent salían en viajes que duraban semanas, dejando a sus familias. Iban cargadas de hierbas medicinales cuyas propiedades conocían gracias a una sabiduría adquirida generación tras generación y por su relación con la naturaleza inhóspita que les rodeaba.
Las trementinaires se dedicaban a la venta ambulante de hierbas y remedios naturales (té de roca, corona de rey, serpilo, escabiosa, oreja de oso, mil hojas, pez, aceite de abeto, aceite de enebro y sobre todo la trementina, producto original que les daba nombre) que recogían y elaboraban ellas mismas.
Salían a vender una o dos veces al año, iban por parejas, una mujer experimentada y una joven acompañante aprendiz. La mayoría de veces tenían vínculos familiares o de vecindad ya que era necesario que hubiera mucha confianza entre ellas, pues el oficio, los conocimientos, los clientes y el arte de vender y curar se transmitía con gran recelo.
Hacían la mayor parte del viaje a pie cargando con sus productos y se ausentaban de sus casas unos días o hasta varios meses.
Preferían visitar zonas rurales, pues mantenían una relación personal y directa con la gente a la que vendían, se alojaban en sus casas, por ello solían tener rutas fijas que repetían cada año.
Preparaban ungüentos como el aceite de enebro o el de abeto, y por supuesto, la trementina, que ha dado nombre a esta actividad fruto de la necesidad pero también de la imaginación.
Los invito a ver este entrañable documental que ha llevado a cabo la televisión española http://www.rtve.es/television/20111121/memoria-trementina/477024.shtml
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