Un ex-agente de la CIA llamado Cleve Backster, se encontraba en su casa intentando mejorar el famoso aparato. Se le ocurrió sin razón aparente conectar la máquina a una de sus plantas para observar cómo absorbía el agua de la maceta. Le conectó los electrodos y vio con sorpresa cómo el polígrafo empezó a detectar una disminución regular de la conductividad, algo que se traduciría en una sensación agradable y relajante... en un ser humano.
A partir de aquí Backster se interesó por la posibilidad de medir las reacciones de las plantas ante otro tipo de situaciones. Se le ocurrió quemar la planta, y en el mismo momento que lo pensó, la aguja dio un salto. Salió de la habitación para buscar cerillas y su regreso provocó otro movimiento brusco de la aguja que indicaría temor en la persona que estuviera siendo analizada. Acercó la llama, sin intención de quemar realmente la planta, y obtuvo una reacción mucho menor. Más tarde volvió a fingir quemarla y tampoco el polígrafo reaccionó.
Backster sólo podía deducir que aquella planta le estaba leyendo el pensamiento, puesto que sabía diferenciar entre las intenciones reales y las fingidas.
Empiezan las investigaciones
Backster descubrió que el fenómeno persistía aún cuando la hoja era separada de la planta, e incluso cuando se la partía en trozos más pequeños. Las plantas reaccionaban ante otras personas y sus pensamientos o en otros peligros potenciales, como por ejemplo que un gato entrara en la habitación. Como anécdota también destaca la llegada de una colega científico canadiense que tenía la costumbre de cocer verdura en el horno, como parte de sus experimentos. Backster dijo al respecto: "Amenazadas por un peligro insuperable, las plantas se desmayaron"
Continuaron los experimentos y Backster recurrió a 6 estudiantes suyos. Les hizo extraer un papel de un sombrero.
5 papeles estaban en blanco y uno indicaba, al que lo hubiera cogido, sin decírselo a nadie, que tenía que matar a la planta cuando el laboratorio estuviera desierto. El "asesino" así lo hizo esa misma noche.
Al día siguiente, una planta que había sido "testigo" de la muerte de su compañera, fue conectada al polígrafo. Los seis estudiantes desfilaron por delante de ella. Cinco no provocaron ninguna reacción, pero el sexto hizo que la aguja oscilara. De esta manera, quedaba demostrado que, aparte de la posible "telepatía", las plantas pueden desarrollar cierto tipo de memoria.
Sin pruebas concluyentes
Backster pese al rechazo de la comunidad científica, que se reía de sus investigaciones preparó un nuevo experimento con la intención de demostrar la reacción de las plantas ante la muerte de tejidos vivos. Diseñó un curioso e ingenioso aparato que tenía la función de dejar caer camarones vivos en una olla de agua hirviendo a intervalos regulares e irregulares. Para ello utilizó tres filodendros nuevos con los que jamás antes había experimentado y los conectó cada uno a una máquina independiente, usando una cuarta para controlar cualquier perturbación electromagnética en su zona de influencia.
Por fin el investigador pudo publicar en 1968 los resultados de un experimento suyo en una revista de prestigio (International Journal of Parapsichology), con la intención de divulgar sus conocimientos e intentar así interesar a otras comunidades científicas. La acogida fue muy buena y a Backster se le fue reconocido el mérito de inaugurar un campo nuevo de investigación sobre una base más que creíble de que las plantas reaccionan ante situaciones determinadas
FUENTE: http://mujer.orange.es/magia/biblioteca/se-puede-hablar-una-planta.html
A partir de aquí Backster se interesó por la posibilidad de medir las reacciones de las plantas ante otro tipo de situaciones. Se le ocurrió quemar la planta, y en el mismo momento que lo pensó, la aguja dio un salto. Salió de la habitación para buscar cerillas y su regreso provocó otro movimiento brusco de la aguja que indicaría temor en la persona que estuviera siendo analizada. Acercó la llama, sin intención de quemar realmente la planta, y obtuvo una reacción mucho menor. Más tarde volvió a fingir quemarla y tampoco el polígrafo reaccionó.
Backster sólo podía deducir que aquella planta le estaba leyendo el pensamiento, puesto que sabía diferenciar entre las intenciones reales y las fingidas.
Empiezan las investigaciones
Backster descubrió que el fenómeno persistía aún cuando la hoja era separada de la planta, e incluso cuando se la partía en trozos más pequeños. Las plantas reaccionaban ante otras personas y sus pensamientos o en otros peligros potenciales, como por ejemplo que un gato entrara en la habitación. Como anécdota también destaca la llegada de una colega científico canadiense que tenía la costumbre de cocer verdura en el horno, como parte de sus experimentos. Backster dijo al respecto: "Amenazadas por un peligro insuperable, las plantas se desmayaron"
Continuaron los experimentos y Backster recurrió a 6 estudiantes suyos. Les hizo extraer un papel de un sombrero.
Al día siguiente, una planta que había sido "testigo" de la muerte de su compañera, fue conectada al polígrafo. Los seis estudiantes desfilaron por delante de ella. Cinco no provocaron ninguna reacción, pero el sexto hizo que la aguja oscilara. De esta manera, quedaba demostrado que, aparte de la posible "telepatía", las plantas pueden desarrollar cierto tipo de memoria.
Backster pese al rechazo de la comunidad científica, que se reía de sus investigaciones preparó un nuevo experimento con la intención de demostrar la reacción de las plantas ante la muerte de tejidos vivos. Diseñó un curioso e ingenioso aparato que tenía la función de dejar caer camarones vivos en una olla de agua hirviendo a intervalos regulares e irregulares. Para ello utilizó tres filodendros nuevos con los que jamás antes había experimentado y los conectó cada uno a una máquina independiente, usando una cuarta para controlar cualquier perturbación electromagnética en su zona de influencia.
Por fin el investigador pudo publicar en 1968 los resultados de un experimento suyo en una revista de prestigio (International Journal of Parapsichology), con la intención de divulgar sus conocimientos e intentar así interesar a otras comunidades científicas. La acogida fue muy buena y a Backster se le fue reconocido el mérito de inaugurar un campo nuevo de investigación sobre una base más que creíble de que las plantas reaccionan ante situaciones determinadas
FUENTE: http://mujer.orange.es/magia/biblioteca/se-puede-hablar-una-planta.html
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